¿Por qué un robot quiere ser monje en el Monasterio de Silos? Un encuentro entre tecnología y canto gregoriano
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Un día, un visitante muy extraño llegó al Monasterio de Santo Domingo de Silos, en España. No era una persona. Era un robot. Su nombre era ROB-7.

Los monjes del monasterio estaban muy sorprendidos. El monasterio es un lugar antiguo y tranquilo. Un robot era algo muy nuevo y diferente para ellos.

Fray Anselmo, un monje amable, caminó hacia el robot y preguntó: —Hola. ¿Qué haces aquí?

La voz del robot era metálica y clara. —Buenos días. Quiero ser un monje.

Fray Anselmo estaba todavía más sorprendido. —¿Un monje? ¿Por qué? Un robot no puede ser un monje.

ROB-7 miró al monje. Sus ojos eran dos luces azules. —En internet, yo escuché su música: el canto gregoriano. Es una música muy especial. Mi programa analiza los sonidos, pero no puede entender el sentimiento. Ustedes llaman a ese sentimiento “paz”.

El robot continuó: —Yo tengo toda la información del mundo, pero no entiendo la paz. Quiero vivir aquí. Quiero aprender a cantar y a sentir como ustedes. Quiero entender el silencio y la música del monasterio.

Fray Anselmo pensó por un momento. La idea era muy extraña, pero también interesante. El robot no quería analizar datos. Quería comprender una parte importante de la vida humana.

El monje sonrió. —Es una petición muy inusual. Necesito hablar con los otros monjes. Espera aquí, por favor.

ROB-7 no se movió. Esperó en silencio, observando la vida tranquila del monasterio por primera vez.