Un Viaje en el Tiempo: Las Ruinas Mayas de Tikal
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Sofía y su hermano menor, Leo, caminaban por un sendero en la selva de Guatemala. El aire era húmedo y se escuchaban los sonidos de monos y pájaros exóticos. Estaban en Tikal, una de las ciudades más importantes de la antigua civilización maya.

“¿Falta mucho?” preguntó Leo por quinta vez. No le interesaban las piedras viejas. Solo quería volver al hotel para nadar en la piscina.

“Ya casi llegamos al templo principal, Leo. Ten paciencia”, respondió Sofía. Ella, al contrario que su hermano, estaba fascinada. “Intenta imaginarlo”, le dijo. “Hace más de mil años, esto no era una selva. Era una ciudad enorme, llena de gente. Los reyes y sacerdotes vivían en estos palacios y subían estas pirámides”.

Leo no parecía muy impresionado. Finalmente, llegaron a la Gran Plaza. Era un espacio abierto y gigante, rodeado de templos impresionantes. El Templo del Gran Jaguar se levantaba majestuosamente hacia el cielo.

“Vale, esto es un poco más interesante”, admitió Leo.

Su guía les explicó que iban a subir al Templo IV para ver el atardecer. Era la pirámide más alta de Tikal. La subida fue difícil, con muchos escalones de madera, pero el esfuerzo valió la pena.

Desde la cima, la vista era espectacular. El sol comenzaba a bajar, pintando el cielo de colores naranja, rosa y morado. Por encima de un mar verde de árboles, se veían las cimas de otras pirámides. El mundo moderno había desaparecido.

Mientras el sol se ponía, los sonidos de la selva cambiaron. Los monos aulladores comenzaron su concierto. Era un sonido fuerte y misterioso que parecía venir de otro mundo. A Sofía se le puso la piel de gallina.

Miró a su hermano. Leo ya no parecía aburrido. Estaba en silencio, con los ojos muy abiertos, observando el increíble paisaje.

“¿Sabes, Sofía?” dijo Leo en voz baja. “Creo que ahora lo entiendo. Se siente como si hubiéramos viajado en el tiempo”.

Sofía sonrió. Había compartido la magia de Tikal con su hermano, y ese fue el mejor recuerdo de su viaje. Juntos, vieron cómo la última luz del día desaparecía y la noche antigua cubría las ruinas.