La leyenda del 'sombrerón': ¿Por qué un músico de Guatemala solo canta de noche?
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En un pequeño pueblo de Guatemala, rodeado de volcanes y valles verdes, vivía una joven llamada Celina. Celina era famosa en toda la región no solo por su belleza, sino también por su increíble voz. Tenía el pelo largo y negro, tan brillante como la noche, y unos ojos grandes que parecían guardar secretos. Cada tarde, se sentaba en el balcón de su casa a cantar. Su voz era tan dulce que hasta los pájaros se callaban para escucharla.

Una noche de luna llena, mientras Celina cantaba su canción favorita, un hombre misterioso apareció en la calle de abajo. Era bajo de estatura, vestía completamente de negro y llevaba un sombrero enorme que ocultaba su rostro. Colgaba de su hombro una pequeña guitarra de plata que brillaba bajo la luz de la luna. El hombre empezó a tocar una melodía hipnótica y a cantar con una voz que parecía venir de otro mundo. Celina se sintió inmediatamente atraída por la música. Era una serenata como ninguna otra. Desde esa noche, el hombre, conocido en las leyendas como el Sombrerón, regresó cada noche para cantarle solo a ella.

Poco a poco, Celina empezó a cambiar. Dejó de comer y ya no sonreía como antes. Durante el día, solo esperaba la llegada de la noche para escuchar a su misterioso admirador. Sus padres estaban desesperados. Veían que su hija se debilitaba día a día, como si el Sombrerón le estuviera robando el alma con cada canción.

Preocupados, los padres de Celina buscaron el consejo de la mujer más anciana del pueblo. "Es el Sombrerón", dijo la anciana con voz temblorosa. "Se enamora de las jóvenes de pelo largo y ojos grandes. Les canta hasta que sus almas le pertenecen. Para salvarla, deben hacer algo que le rompa el corazón a él". La solución era terrible: debían cortarle el hermoso pelo a Celina.

Con lágrimas en los ojos, su madre tomó unas tijeras y cortó la larga trenza negra de su hija. Esa noche, cuando el Sombrerón llegó y vio a Celina con el pelo corto, su música se detuvo. Dicen que se escuchó un lamento triste por toda la calle. El Sombrerón entendió que había perdido. Dio media vuelta y desapareció en la oscuridad, para no volver jamás.

Celina se recuperó lentamente, pero nunca olvidó las canciones mágicas de aquel ser. Y en el pueblo, la gente todavía cuenta la historia, advirtiendo a las jóvenes que no se dejen encantar por serenatas a la luz de la luna.